Automovilismo

Maverick Viñales, las lágrimas del superhéroe – Motociclismo

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Tras hacerse con una pole estratosférica e imponerse en el Sprint con una autoridad impresionante, un pequeño problema en el embrague lastró su salida y le mandó al exterior de la primera curva. Ahí, un efecto dominó iniciado por Jorge Martín y con Pecco Bagnaia como intermediario, le dejó sin aceleración y empezó a ver cómo le pasaban pilotos por todas partes.

De repente, y sin haber hecho nada especialmente mal, Maverick Viñales se vio undécimo.

Una vez más, parecía que los primeros segundos de carrera iban a tirar al traste todas sus opciones de victoria. Un guion que la afición de MotoGP conocía de sobra, lo había visto demasiadas veces. Así que la atención se centró en la infinidad de adelantamientos que tenían lugar delante, con protagonistas como Pedro Acosta, Jorge Martín o Marc Márquez.

Lo que no sabían es que, sobre la Aprilia número 12, no estaba el mismo Maverick Viñales de otras veces y que no estaban en el mismo COTA de años anteriores.

El de Rosas se había convertido en Batman para mudar el trazado texano al noreste de Estados Unidos y convertirlo en Gotham.

En Austin, Maverick Viñales tuvo que vestirse de superhéroe para remontar 10 posiciones y hacerse con su 10ª victoria en MotoGP, coronada con la vuelta rápida para rubricar un fin de semana de 10 y, ya de paso, presentar su candidatura al título mundial en la que es su 10ª temporada en la categoría reina.

Maverick Viñales supera a Pedro Acosta en COTA (Foto: MotoGP).

Es un juego”, dijo después sobre la capa y la máscara de Batman que se enfundó para subir al podio. “Pero aquí hay mucho sacrificio, muchas noches largas de pensamientos y por esto merece la pena darlo todo”, reflexionaba.

Unas palabras que, quizás sin saberlo, no hacían sino reforzar todavía más ese vínculo que había creado con el personaje de Batman; ya que la particularidad del hombre murciélago, lo que le diferencia del resto de los superhéroes más famosos de la ficción, es su ausencia de superpoderes.

No vuela, no se vuelve invisible, no tiene una fuerza sobrehumana y tampoco lanza telas de araña. Simplemente lucha por un mundo más justo con su intelecto y sirviéndose de aplicaciones científicas y tecnológicas para crear armas y herramientas de las que luego se sirve, siempre con la ayuda de personas cercanas como Robin o Batgirl.

Eso es lo que lleva haciendo Maverick Viñales durante mucho tiempo.

Si Maverick Viñales ha vuelto a lo más alto del podio de MotoGP ha sido, además de por su innegable talento innato para ir en moto, por la ayuda externa recibida durante estos años: la de sus ‘ayudantes’ en Aprilia, que con el tiempo han ido sirviéndose la ciencia y la tecnología para darle un arma ganadora como la RS-GP -su particular batmóvil-; y la de su familia, que le ayudó a seguir cuando pensaba en tirar la toalla y dejar que ganaran ‘los malos’: toda esa gente que quería hacerle daño.

Maverick Viñales celebra su victoria en COTA

Esa conjunción de factores es lo que le ha permitido emerger desde su batcueva y volver a brillar con luz propia, sacando de nuevo esa “magia” de la que él mismo habló y que siempre había estado ahí latente, esperando el momento idóneo para hacerse visible ante los ojos de todo el mundo.

Una magia que volvió en el escenario más propicio. No porque fuese en el país de Batman; sino porque la vida le debía una alegría en COTA. Una alegría enorme, tan grande como fue la decepción sufrida allí en 2017, cuando llegaba en el momento más álgido de su carrera.

Por aquel entonces afrontaba su tercera carrera en Yamaha en el que era su tercer año en MotoGP, después de dos cursos con Suzuki en los que tuvo tiempo de devolver a lo alto a la marca de Hamamatsu. Aquel año comenzó ganando tanto en Qatar como en Argentina, y llegaba a Austin totalmente crecido.

Segundo en parrilla, no arrancó bien y estaba en cuarta posición tratando de remontar cuando se iba por los suelos en la segunda vuelta. Desde ahí, y aunque regresó a la senda de la victoria dos carreras después en Le Mans, no volvió a ser el mismo. Empezó a alternar algunas grandes actuaciones con unas cuantas más discretas y la irregularidad se convirtió en su seña de identidad.

Maverick Viñales logró pole, Sprint, victoria y vuelta rápida en COTA

Después vendrían los problemas en la YZR-M1, que acabarían desembocando en un 2021 en el que tocó fondo: su relación con Yamaha estalló por los aires y hasta tuvo que cerrar su cuenta de Twitter tras los furibundos ataques de odio recibidos a raíz de una polémica en Portugal.

Y, lo peor de todo: fue el año en el que falleció su primo Dean Berta Viñales.

Quizás fue ahí cuando pensó en dejarlo todo y retirarse a una vida tranquila con su familia. Pero, ayudado precisamente por esa familia, decidió no hacerlo y, a cambio, encontró una nueva familia deportiva en Aprilia. Un proyecto con el que volver a soñar, en el que volver a disfrutar sobre la moto, en el que caminar unidos de la mano con un objetivo común.

Un camino por el que, no sin obstáculos, fueron avanzando hasta el pasado domingo 14 de abril en el trazado texano. Allí, Maverick Viñales escuchó la batseñal y se puso la capa de Batman para hacer magia y estallar de júbilo al cruzar la línea de meta, fundiéndose con su equipo en el éxtasis colectivo con el que se cierran los cómics que acaban bien.

Maverick Viñales en el podio de COTA

Después, con el cómic ya acabado, se quitó la capa y se vació.

Por sus ojos empezaron a brotar cataratas de emociones, recordando a todo el mundo que, aunque a veces sepa hacer magia sobre la moto, cuando se quita el casco se convierte en Bruce Wayne.

En un hombre normal y corriente.

Que también sufre y llora. Que las palabras hacen mucho daño. Y, sobre todo, que sin sus seres queridos -especialmente su mujer y sus hijas- hubiera claudicado hace mucho tiempo.

En definitiva, lo que como todo superhéroe que se precie acaba aprendiendo: que no hay fuerza más grande que el amor.

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Gabriel Salcedo

Navegando por la vastedad de la información con la destreza de un orfebre de palabras, soy Javier Medina, un Hábil Artesano del Contenido Web que esculpe historias con el poder de las letras. Mi formación en la Universidad Pablo de Olavide me dotó de la paleta del conocimiento. Como un alquimista literario, mis escritos se despliegan desde las entrañas de las organizaciones internacionales hasta los vericuetos de la ley internacional, desde las canchas deportivas hasta los engranajes de la economía y el desfile de la moda. Cada palabra es un trazo de autenticidad, entrelazado con el hilo de la transparencia. Acompáñame en este viaje donde las letras danzan con gracia, donde la ley y el deporte entrelazan sus hilos, donde los números económicos se desvelan con elegancia y donde cada página es una ventana a un mundo de conocimiento tejido con pasión.

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