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El primer hombre que corrió los 100 metros en 10 segundos – ABC.es


Lo asombroso no es que Armin Hary, un atleta de raza blanca, fuese el primer hombre en correr 100 metros en 10 segundos. Lo verdaderamente increíble es que firmó tan estratosférica marca tres veces en apenas 22 meses. Las dos primeras se las anularon, así que tuvo que volver a recorrer la mítica prueba a 36 km/h de velocidad media. Y el primer capítulo de esa gesta deportiva fue escrito hace la friolera de 65 años.

Así lo relató un teletipo de la agencia Mencheta el 6 de septiembre de 1958: «Uno de los más sensacionales acontecimientos atléticos de todos los tiempos ha tenido lugar hoy, sábado por la tarde, en Friedrichhafen, a. orillas del lago Constanza. Hace mucho tiempo que se consideraba como meta inaccesible el límite de los 10 segundos en los 100 metros, y este tiempo ha sido alcanzado por el joven atleta alemán, de veintiún años, Armin Hary. Cuando Hary terminó de cubrir los 100 metros, los cinco cronometradores se consultaron, y tres de ellos habían registrado 9.9/10, y los otros dos, 10 segundos. Inmediatamente se tomó medida exacta de la pista, que resultó ser de 100 metros justos, y, además, no soplaba ningún viento que hubiese podido influir en el rendimiento del atleta».

«Ninguna polémica puede originar este récord y, por tanto, seguramente será homologado –prosigue la noticia–. Y así, dos años después de los 10.1/10 realizados por Willie William y Dra Murchison, tiempo considerado ya como sensacional e igualado entonces por Leamon King, un nuevo décimo de segundo ha sido rebajado. En 1956, Hary era casi desconocido. Tenía entonces diecinueve años y había cubierto en 25.2/10 los 200-metros vallas, con ocasión del Campeonato de Juniors. El año pasado ganó el Campeonato Juvenil de los 100 metros, con 10.4/10, lo que dejaba predecir un buen porvenir para el germano, pero ni sus más adictos partidarios podían prever un triunfo como el de hoy».

El firmante de la buena nueva no acertó. Sí hubo polémica y, como consecuencia de la misma, aquella alegría duró apenas tres días. Los que tardó la misma agencia Mencheta en actualizar la información. «El récord de Amin Hary, en peligro», tituló ABC el 10 de septiembre: «Se confirma oficialmente que la pista sobre la que el sprinter alemán Armin Hary hizo los 100 metros en 10 segundos el sábado último presenta un desnivel de 11 centímetros entre la línea de salida y de llegada. Este control ha sido efectuado por técnicos designados por la Federación Alemana de Atletismo y, como consecuencia de esta observación, es probable, que el récord de Armin Hary no sea homologado, ya que los Reglamentos internacionales permiten solamente la tolerancia de desnivel de un metro en mil, o sea, 10 centímetros en 100 metros». Y, en efecto, no fue considerado válido.

Huida a Estados Unidos

«Correr 10.0 segundos fue un logro increíble en estos momentos, pero las autoridades alemanas no lo homologaron. La pista estaba un milímetro más inclinada de lo permitido por las reglas –se lee en la página web del atleta, arminhary.com–. Armin quedó devastado y huyó a California (Estados Unidos), donde hizo nuevos amigos y descubrió nuevos estilos de entrenamiento. Pero pronto se dio cuenta de que tenía que regresar a su país para demostrar que era el hombre más rápido del mundo».

«En 1958 algunos tenían envidia de mi récord -manifestó Hary mucho tiempo después de aquello- , pero estaba seguro de que volvería a hacer esa marca». Y menos de dos años más tarde, en junio de 1960, repitió hazaña en Zúrich. Nunca mejor dicho lo de «repetir»: tuvo que correr dos veces los 100 metros para que dieran por válido el espectacular registro. Lo contó detalladamente worldathletics.org, web de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), con motivo del 60 aniversario del récord: «La federación alemana, con la que a menudo estaba peleado, le había prohibido competir en la reunión de Zurich, teóricamente para que descansara antes de los Juegos Olímpicos de Roma (celebrados del 25 de agosto al 11 de septiembre de aquel mismo año). Sin embargo, Hary estaba loco por correr en el mítico estadio suizo de Letzigrund después de que Martin Lauer estableciera allí en 1959 dos récords mundiales: 13.2 en 110 metros vallas y 22.5 en 200m vallas».

«En 1958 algunos tenían envidia de mi récord, pero yo estaba seguro de que volvería a hacer esa marca»

«Así que Hary fue a trabajar la mañana del 21 de junio, presentándose a su turno en unos grandes almacenes de Frankfurt. Walter Lange, presidente de su club, FSV Frankfurt, hizo las gestiones oportunas y a media mañana el atleta recibió luz verde para competir en el evento de esa noche. Sin embargo, el único vuelo de Frankfurt a Zúrich iba completo. El FSV logró convencer a un pasajero cambiándole su billete de avión por dos entradas para la final del campeonato alemán de fútbol disputada cuatro días después: Hamburgo-Colonia (3-2). ‘Cogí mi coche y salí como loco hacia el aeropuerto. Tenía un pie en el acelerador y el otro en la tumba’, rememora Hary. Al llegar a Zúrich, agotado, Armin se durmió. Otro velocista alemán, Jürgen Schüttler, le despertó a tiempo y así pudo llegar descansado al estadio».

«La carrera comenzó a las 19:45 horas. Hary aceleró rápidamente y superó a sus seis competidores. Los tres cronómetros mostraron 9.9, 9.95 y 10.0. Un reloj de repuesto mostró 9.9, con un viento de cola regular de 0.6 m/s. Un claro 10.0… Sin embargo, se consideró nula su salida y el tiempo no fue dado por válido. ‘No fue una salida en falso, sino que nadie entendía que yo tuviera semejante tiempo de reacción’, dice. Furioso, pidió una revisión del veredicto con la ayuda del periodista alemán Gustav Schwenk. Pero los jueces no revocaron la decisión».

«Le arrancaré la cabeza a cualquiera que se atreva a dudar de este récord mundial»

Martin Lauer

Atleta alemán

«Entonces, Schwenk le recordó a Hary la regla de la IAAF que permitía a los jueces autorizar una repetición de la carrera en caso de duda sobre la decisión tomada. Media hora después de concluida la carrera, accedieron a que se volviese a disputar la prueba… pero necesitaba que al menos otros dos atletas estuvieran dispuestos a correr de nuevo. Dos compatriotas, Heinz Müller y Jürgen Schüttler, accedieron a ello».

«El inicio de la repetición se fijó a las 20:20h…’Hary corrió elegantemente, relajado y como una máquina, lejos de sus competidores. Cruzó la línea de meta unos tres metros por delante de Müller’, informó ‘Sport Zürich’. Los relojes oficiales mostraron 9.9, 10.0 y 10.0. Otros dos relojes mostraron cada uno 10.0, y un sexto, 10.1. Un convincente 10.0. Los 10.1, récords mundiales de Willie Williams, Ian Muchison y Leamon King (todos en 1956) y Ray Norton (1959) fueron eclipsados. Hary había cumplido su sueño. Estaba completamente fuera de sí, cruzó el campo dando grandes saltos de alegría y abrazó a todos los que se fue encontrando. Martin Lauer, una de las primeras personas en felicitarlo, dijo: ‘Le arrancaré la cabeza a cualquiera que se atreva a dudar de este récord mundial’».

A la tercera, por fin, no hubo dudas. Un alemán había batido el récord mundial de los 100 metros lisos destronando a los atletas de Estados Unidos. Increíble. Hary guardó tres recuerdos de esa noche histórica: los tacos de salida que había construido él mismo, los clavos de las zapatillas y su camiseta.

Nacido en 1937 en Quierschied, pequeño pueblo del suroeste de Alemania, Hary tuvo una infancia difícil en una región marcada por el duro trabajo en las minas de carbón. En casa no sobraba el dinero, y Armin tuvo claro que poseía aptitud y actitud para destacar en el deporte. Comenzó jugando al fútbol, pero enseguida se dio cuenta de que su velocidad se adaptaba mejor al atletismo. Entrenó fuerte, en circunstancias inimaginables, en los bosques helados de su país y pulió horas y horas una de las claves de sus marcas: la salida. Practicaba todos los días dentro y fuera de casa y ello hizo temible e inigualable su tiempo de reacción en las arrancadas de las carreras.

Aquel «sensacional acontecimiento», el récord del mundo, tardó en ser batido ocho años: en 1968 los estadounidenses Hines y Smith corrieron los 100 metros en 9.9 segundos.



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Pablo Sanchez

Sumergido en el vasto mar de las palabras y esculpiendo historias como un artesano, soy Pablo Sánchez, un Artesano de la Escritura Digital que transforma ideas en relatos cautivadores. Mi formación en la Universidad Pompeu Fabra me brindó el cincel del conocimiento. Como un orfebre de letras, mis escritos se despliegan desde los escenarios de eventos internacionales hasta los entresijos de la política, desde las aulas de educación hasta las luces del entretenimiento y las maravillas del medio ambiente. Cada palabra es una pincelada de autenticidad, tejida con el hilo de la transparencia. Acompáñame en este viaje donde las letras se convierten en notas de un concierto de conocimiento, donde la política comparte escenario con la educación, donde la diversión se entrelaza con la conciencia ambiental y donde cada página es un lienzo en blanco para crear mundos de imaginación.

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