Literatura

Arrufat: diferente, divertido, espontáneo y lúcido – Invasor


Una breve reseña nos revela la fuerte personalidad de una de las más notables personalidades de la literatura cubana y, por qué no, universal. Se trata del escritor y dramaturgo Antón Arrufat Mirot (1935-2023).

La reseña precisa: “Su talante semeja el estereotipo de un seminarista católico, con ese porte de exasperante suficiencia. Quien no lo conozca puede correr el riesgo de considerarlo vanidoso y astuto”. La fuente lo retrata así: divertido, diferente, espontáneo y lúcido, sin los efectos hipócritas de quien se sabe observado por su notoriedad.

Adquiere los primeros saberes en el santiaguero Colegio de Dolores. El origen familiar es catalán, de donde le llegó el apellido Mirot. Muy pequeño —a los once años— se mudan para La Habana e ingresa en los Escolapios. Luego hace el bachillerato en el Instituto Habanero (Marianao) y en el del Vedado.

A la vera del padre, el joven Arrufat se aficiona al teatro. Sus biógrafos apuntan que la vocación por la literatura le llega desde niño. Cuentan que en Santiago de Cuba escribía poesía y alguna que otra pieza de teatro; en una libretica escribió una novela. En 1957 ve la luz su ópera prima teatral titulada El caso se investiga. Huérfano de padre y madre “se puso a escribir con ahínco”.

En la revista Ciclón aparecen escritos suyos. La publicación era liderada por Rodríguez Feo, quien por varios años lideró Orígenes. Así vieron la luz, críticas, piezas teatrales, poemas y narraciones. Vivió en los Estados Unidos y visitó Canadá, desde donde retorna a Cuba, luego del triunfo de enero, donde permaneció hasta su fallecimiento.

Es en esa etapa que labora en Lunes de Revolución. Funda y dirige durante un quinquenio la revista Casa de las Américas. En el ´79 es que termina la universidad, con su graduación de Filología. Afirmaba que esa había sido una victoria personal.

Entre sus muchas obras figuran, en teatro, Los siete contra Tebas (1968), La repetición, El caso se investiga, La tierra permanente (1987), La divina Fanny, Todos los domingos (1965), La colección de piezas (1963); en poesía, Repaso final (1963), Escrito en las puertas (1967) y La huella en la arena (1986); y, en narrativa, La caja cerrada (novela, 1984) y ¿Qué harás después de mí? (cuento, 1988).

Como es conocido, la polémica desatada en 1968 sobre su obra de teatro Los siete contra Tebas, “con la que había ganado el premio José A. Ramos, de la UNEAC”, lo condenó a unos 14 años de silencio, en los cuales el escritor no pudo publicar, aunque siguió escribiendo. La obra en cuestión fue estrenada en Cuba en 2007.

Al respecto dice Arrufat: “Siempre he creído que las relaciones entre el Estado y el escritor no son fáciles…, y como estoy muy seguro de eso y tal vez había un mal entendido con respecto a mi obra y mi conducta —que siempre ha sido invariable—, no me preocupaba lo que estaba ocurriendo a mi alrededor. Los demás hacen su oficio y yo el mío, es lo que tengo que hacer” y confesaba que “los malos momentos, las angustias de cualquier tipo, las vicisitudes, las he ido asimilando gracias a mi capacidad de resistencia”.

Les digo, amigas y amigos internautas, que las piezas teatrales de este significativo autor se han traducido al polaco, francés, al inglés y su estreno ha sido en varios lugares del orbe, como EE.UU, México, Puerto Rico y Varsovia. Además, han visto la luz en un grupo de revistas foráneas y en otras publicaciones cubanas.

Varios han sido los galardones y premios Premio a la Crítica Literaria (1987) por La tierra permanente (teatro); igual estímulo en 1995 por el libro de poesía Lirios sobre un fondo de espadas. En el 2000 mereció el Premio Nacional de Literatura, y el de la Crítica Literaria por la novela La noche del aguafiestas. Recibió, además, la medalla Alejo Carpentier y la Distinción por la Cultura Cubana. Arrufat escribió novelas, poesía, ensayos, crítica, teatro, cuentos…

Curiosidades

• Del lejano y enigmático Egipto es el reloj de sol más longevo. Los merjets les servían para medir la hora por la noche. Los sabios egipcios estaban preocupados a tal extremo por la medición del tiempo que siguieron investigando, probando e inventando hasta que dieron a la humanidad las clepsidras o relojes de agua.

• Sepa que las cebras y las cuagas tienen sus cuerpos rayados y, aunque pertenecen a la familia del caballo, no pueden considerarse dóciles a la domesticación; ocasionalmente se les ha adiestrado hasta que logran soportar los arneses. Pero no se puede confiar en ellas como animales de trabajo, ya que se cansan muy pronto y se resisten a laborar para el hombre.

• Del almanaque, una curiosidad: en un mismo año los meses de enero y octubre empiezan siempre con el mismo día de la semana. Igualmente acontece con abril y julio; también septiembre y diciembre comienzan con el mismo día de la semana, al igual que los meses de febrero, marzo y noviembre.

• La mejor manera para conservar los limones es envolverlos, uno por uno, en papel de seda impermeable, colocándolos en cajones, en sitios oscuros y secos, depositándolos en camadas y poniendo entre ellas una capa de arena fina, bien seca; o de turba vegetal.

• “Los hombres que tienen un alma grande, buscan la fuerza en la razón; los que la tienen mezquina, buscan la razón en la fuerza”, sentenció el politólogo y escritor español Severo Catalina del Amo (1837-1871).



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Elena Garcia

Sumergiéndome en el océano de las palabras y tejiendo narrativas como hilos de un lienzo, soy Elena García, una Artista Verbal del Blogging que convierte letras en mundos cautivadores. Mi travesía en la Universidad Autónoma de Barcelona coloreó mi pluma con la paleta del conocimiento. Como una tejedora de historias, mis escritos se despliegan desde las esferas de las noticias internacionales hasta el resguardo de la seguridad global, desde los misterios de la ciencia hasta los engranajes de la industria automotriz y los tesoros de la literatura. Cada palabra es una pincelada de autenticidad, entrelazada con el hilo de la transparencia. Acompáñame en este viaje donde las letras cobran vida, donde la seguridad se entrelaza con la ciencia, donde las máquinas se fusionan con las palabras y donde cada párrafo es un reflejo de la vasta riqueza de la literatura.

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