Superfakes: Imitaciones de bolsos y ropa con increíble detalle – Business Insider España

Existe un nuevo tipo de imitación que está dificultando saber si tu bolso Gucci o tus zapatillas Yeezy son auténticas o no.
Las marcas de diseño llevan décadas luchando contra las imitaciones, pero una nueva categoría de ‘superfakes’ puede engañar, incluso, a los mayores expertos sobre la materia. Los fabricantes de estas réplicas son cada vez más hábiles a la hora de conseguir que un producto se parezca al auténtico.
Así han conseguido las nuevas y mejoradas falsificaciones volverse casi imposibles de distinguir de las auténticas.
¿Qué es un ‘superfake’?
Aunque las imitaciones de ropa y accesorios de diseñadores existen desde hace más de un siglo, adquirieron importancia en los años 80 y 90, cuando los logotipos se convirtieron en un símbolo de estatus en todo tipo de productos, desde chándales de Juicy Couture hasta los sombreros de Tommy Hilfiger.
Quienes no podían permitirse los precios de los diseñadores acudían a mercadillos como el de Canal Street, en Nueva York, donde los vendedores vendían bolsos, carteras y zapatos falsificados.
La mayoría de estas falsificaciones no engañaban a nadie. Puede que tuvieran el logotipo de Gucci o Chanel, pero su fabricación era barata y a menudo presentaban signos reveladores de falta de autenticidad, como cuero falso, costuras irregulares o herrajes de baja calidad.
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Pero los ‘superfakes’ no son una imitación como las de Canal Street. Los fabricantes chinos son cada vez más expertos en replicar artículos de diseño con tal precisión que incluso los especialistas en detectar falsificaciones más experimentados tienen dificultades para descubrir las réplicas.
Un artículo del New York Times revela que estos fabricantes se abastecen de cuero de algunos de los mismos proveedores italianos que los diseñadores de moda de lujo.
¿Cómo se han hecho tan populares los ‘superfakes’?
Las redes sociales y el auge del comercio electrónico han impulsado el mercado de las imitaciones. Los consumidores de la generación Z están cada vez más interesados en los productos de lujo e impulsan un movimiento que consideran más disruptivas que nunca las imitaciones.
Estos jóvenes compradores, nacidos entre 1997 y 2012, llevan las falsificaciones con orgullo. Han decidido que está bien comprar imitaciones, a diferencia de las generaciones anteriores, que las consideraban tabú. TikTok, de hecho, pone de manifiesto su obsesión. Hay miles de vídeos sobre dónde comprar imitaciones de bolsos, cosméticos y zapatillas.
Es importante señalar que una imitación no es lo mismo que una copia. Una imitación es simplemente un producto más barato que se parece a un artículo de diseño, pero que no infringe la propiedad intelectual ni la marca registrada de una marca.
Sin embargo, cualquier producto que replique intencionadamente el producto de una marca, utilizando su logotipo, nombre o propiedad intelectual, se considera una imitación. Vender falsificaciones es ilegal en Estados Unidos y en algunos países, como Francia e Italia, es ilegal llevarlas.
¿Dónde se adquieren estos ‘superfakes’?

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Aunque son más baratos que los productos auténticos, los ‘superfakes’ son más caros que una imitación normal. El precio de un bolso Hermes Birkin auténtico parte de los 10.000 dólares (más de 9.200 al cambio en euros), mientras que un ‘superfake’ puede costar hasta 2.000 dólares (alrededor de 1.800).
Comprar un bolso ‘superfake’ tampoco es tan fácil como comprar una imitación normal. Según un vídeo de TikTok del creador Charles Gross, normalmente hay que conocer a alguien que haya comprado una superfalsificación para conseguir la información de contacto de un vendedor.
Sin embargo, también hay hilos en Reddit dedicados a los más vendidos. Normalmente, los bolsos se fabrican por encargo y el vendedor envía fotos de control de calidad durante todo el proceso.
En 2020, la industria de la moda perdió más de 50.000 millones de dólares en potenciales ventas por culpa de las falsificaciones. Tanto las marcas de diseño como los mercados de terceros han invertido millones en combatir las falsificaciones, pero el problema está tan extendido y es tan preciso que es directamente imposible ponerle freno.